El concepto de iluminación engloba al conjunto de dispositivos que se instalan para producir ciertos efectos luminosos, tanto prácticos como decorativos. Un buen sistema de alumbrado es aquel que proporciona suficiente luz en el lugar correcto y en función al uso que se quiere dar al espacio iluminado, nivel que dependerá de la tarea que los usuarios hayan de realizar. De esta forma, los ocupantes pueden realizar su trabajo eficientemente y sin fatiga.
Una buena iluminación mejora el aspecto de un espacio y puede proporcionar un ambiente de trabajo agradable, si bien no hay que olvidar que la iluminación en oficinas puede suponer hasta el 30% del consumo energético total.
Para evitar el despilfarro, la iluminación debería ser energéticamente eficiente. Manteniendo el confort lumínico, una sustitución de lámparas por otras de tecnología más eficiente supone unos ahorros de hasta el 50% del consumo en iluminación.
El alumbrado no debería proporcionar una iluminación innecesariamente alta, ni estar en funcionamiento cuando no sea necesario. Una sobreiluminación puede ser tan molesta y perjudicial como un nivel de iluminación insuficiente.
Consejos Prácticos
- Existen diversas maneras de aprovechar la luz natural, como por ejemplo mover los objetos (armarios, estanterías, plantas) que impidan el paso de la luz, colocar las mesas de trabajo en la proximidad de las ventanas, mantener las persianas abiertas, etc. De esta forma, podremos reducir el consumo de energía eléctrica (siempre que la sectorización sea correcta y/o estén reguladas).
- Es conveniente disponer en la oficina de interruptores que permitan el encendido y apagado por zonas. Si es así, se podrán utilizar sólo aquellas luces que realmente son necesarias, apagándolas cuando no se estén usando, aunque sean periodos cortos. Se estima que el buen hábito de apagar la luz cuando no es necesaria, puede representar un ahorro de energía de hasta un 10% de lo que se consume en iluminación.
Es un falso mito pensar que dejar las luces encendidas consume menos energía de lo que supone estar encendiendo y apagando el interruptor. No obstante hay que tener cuidado ya que un encendido y apagado frecuente acorta la vida de la lámpara. Si en la dependencia se produce un número elevado de encendidos y apagados, es mejor emplear lámparas de tipo electrónico, ya que los fluorescentes sufren una pérdida importante de su vida útil. Es mejor utilizar lámparas con equipos electrónicos preparados para ello. - Para que no se nos queden luces encendidas innecesariamente, es conveniente advertir a los últimos compañeros en abandonar la oficina que no olviden apagar las luces. Los servicios de limpieza, conserjes, personal de seguridad, etc. desempeñan un papel importante en esta acción.
Una sola bombilla de 100W de potencia consume, en el tiempo que está encendida, casi lo mismo que una televisión de tipo medio. - La instalación adecuada de sistemas de control de la iluminación permite importantes ahorros de energía. Algunas medidas de control de iluminación son:
- Colocar detectores de presencia en las zonas de paso y acceso: garajes, almacenes, servicios. Pueden producir ahorros importantes de energía.
- Dar preferencia a la iluminación localizada adaptándola a las necesidades de cada puesto de trabajo.
- Aprovechar al máximo la luz natural, empleando reguladores electrónicos de intensidad luminosa en las luminarias cercanas a las ventanas.
- Reducir el nivel de iluminación en los espacios de menores requerimientos (pasillos) o en caso de que la exigencia de las tareas desarrolladas lo permitan (limpieza).
Los ahorros alcanzados utilizando sistemas de control de iluminación se encuentran entre el 15-50% de la electricidad que normalmente se utiliza para iluminación. - Un apartado muy imporante para el ahorro en la iluminación está en las medidas a tomar para el mantenimiento de la misma. El nivel de iluminación desciende cuando se ensucian las lámparas y luminarias, lo que puede conllevar el encendido de más puntos de luz y un mayor consumo de energía. Para evitarlo, promueva la limpieza periódica de estos elementos. Además de ahorrar energía, mejorará la calidad de la iluminación.
- La iluminación de emergencia de los edificios sigue siendo mayoritariamente de balizamiento mediante bombillas de incandescencia. La potencia unitaria de estas bombillas es muy baja, pero se mantienen encendidas permanentemente durante todo el año. Su sustitución por sistemas LED supone un ahorro energético considerable.
- Y por último, y de lo más importante, las lámparas incandescentes convencionales poseen un rendimiento de
tan sólo el 5% (es decir, de la energía consumida, sólo el 5% se
transforma en energía útil) y aunque son más baratas, su duración es de
sólo 1000 horas. Las lámparas halógenas poseen un rendimiento algo mejor
que las anteriores (10%), mayor duración (3000 horas) y una mayor
calidad de luz, lo que las hace ser empleadas con carácter ornamental.
Sin embargo, los tubos fluorescentes y las denominadas lámparas de bajo
consumo (fluorescentes compactas), a pesar de su precio inicial duran 8
veces más, consumen un 75% menos y reducen a una cuarta parte la
generación de calor. Puedes incorporar gradualmente las lámparas de bajo
consumo o LED, aprovechando las necesidades de sustitución,
consiguiendo así cambiar lámparas de mayor consumo por otras de consumo más reducido. A pesar de ser más caras, la amortización y el ahorro están garantizados.
Hemos de tener en cuenta que la suma de varias bombillas en un solo aplique da menor rendimiento, para igual potencia, que una única bombilla. Por ejemplo, seis bombillas incandescentes de 25W dan la misma luz que una de 100W pero consumen un 50% más de energía.
Fuente: Ministerio de Industria
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