La naturaleza llegó allí antes:
científicos israelíes acaban de descubrir que los avispones tienen
células solares en su piel y utilizan la energía del Sol para funcionar.
El hombre lleva más de un siglo tratando de
construir células que aprovechen la energía solar de forma eficiente
sin mucho éxito.
Pero ahora, se acaba de descubrir que los avispones llevan haciendo esto de forma natural desde hace más de 50.000 años.
Científicos de la Universidad de Tel Aviv, en Israel, descubrieron que
los llamados avispones orientales (
Vespa orientalis),
que habitan en el sudeste europeo, el noreste africano y el suroeste
asiático,
tienen células solares construidas de forma natural bajo su
piel.
Esto explicaría por qué este tipo de insectos,
de la familia de los himenópteros (hormigas, abejas, abejorros y
avispas), están mucho más activos a la hora del mediodía, al contrario
que otras avispas que tienden a demostrar una actividad más frenética a
primera hora de la mañana.
Los avispones utilizarían como paneles solares
dos partes -una de color amarillo y otra de color marrón- que se
encuentran en su exoesqueleto o cutícula, una especie de caparazón
similar al esqueleto humano que protege a los animales externamente.
Tradionalmente se había pensado que estos
pigmentos servían como señal de peligro y para hacer saber a otros
animales que contenían elementos venenosos con los que podían atacarles.
Ahora los científicos han descubierto que, además, sirven para capturar la energía solar.
"Las radiaciones del Sol son absorbidas por la
cutícula del avispón, a través del pigmento. Posteriormente la energía
absorbida por este pigmento es transformada a través de las células o
fotones que la convierten en electricidad", le explicó a la BBC Jacob
Ishay, uno de los investigadores principales del estudio.
Los científicos creen que la energía solar forma
parte del metabolismo de los animales, puesto que estudios anteriores
descubrieron que se produce dentro de esta área.
Los avispones orientales viven en colonias
construidas bajo tierra. Utilizan la mayor parte de su energía para
excavar, tomando tierra con su boca y sacándola repetidamente, para
crear así los enjambres que luego llenarán con células hexagonales de
forma muy similar a como hacen las abejas.
Los investigadores observaron que los avispones
trabajaban en verano mucho más duro que en invierno y que la actividad
era especialmente alta al mediodía. El número de avispones que salían de
la entrada de la colonia era dos veces mayor que durante la mañana o la
noche, al contrario de los movimientos habituales de otro tipo de
avispas.
Y encontraron que había una correlación, cuanto
más sol, más actividad mostraba el avispón, y si la actividad solar
descendía lo mismo ocurría con la actividad de los insectos.
Según explica Ishay, aunque se sabe que las
plantas utilizan la energía solar, este es el primer caso descubierto de
una criatura que utiliza el sol como forma directa de energía.
Los paneles solares del avispón consitirían en
muchas capas, hasta 30 en el caso de la parte marrón que contiene
melanina (un pigmento encontrado también en el cuerpo humano) y 15 en la
sección amarilla, que contiene xantopterina.
Ambas son responsables de capturar un 99% de las radiaciones ultravioleta que le llegan.
"Encontramos que el exoesqueleto contiene
propiedades muy interesantes, como que no refleja sino que absorbe la
radiación y podría ser que el animal utilice la energía para controlar
su temperatura corporal. Imágenes infrarrojas de previos estudios
mostraron que su cuerpo está más frío que el entorno".
Los avispones soportan temperaturas de hasta 40
grados y podrían convertir el calor en electricidad para rebajar su
temperatura y utilizar esa misma electricidad para convertirla en calor
cuando hace más frío.
En cualquier caso las aplicaciones del estudio
de estos fascinantes animales podrían ayudarnos a "aprender a construir
células solares más efectivas", según asegura Ishay.
Lo mejor en estos casos es copiar lo que la naturaleza ya ha inventado.
Fuente:
BBC Mundo.