Las tormentas eléctricas son un fenómeno bastante común sobre la superficie de la Tierra –aproximadamente caen 100 rayos cada segundo– con un poder extraordinario. Cada uno de ellos puede contener hasta mil millones de voltios de electricidad.
Esta enorme descarga eléctrica es causada por un desequilibrio entre las
cargas positivas y negativas. Durante una tormenta, la colisión de
partículas de la lluvia, el hielo o la nieve aumentan el desequilibrio
y, a menudo, cargan negativamente la parte baja de las nubes de la
tormenta. Los objetos en el suelo, como campanarios, los árboles, y la
Tierra misma, se cargan positivamente, creando un desequilibrio que la
naturaleza tiene como objetivo remediar pasando corriente entre las dos
cargas.
Una serie escalonada de cargas negativas se abre camino
incrementalmente hacia abajo desde la parte inferior de una nube de
tormenta hacia la Tierra. Cada uno de estos segmentos es de unos 50
metros de largo. Cuando se tropieza con un objeto de carga positiva
dentro de ese espacio, se produce un aumento de la electricidad positiva
que puede elevarse a través de un edificio, un árbol, o incluso una
persona. El proceso forma un canal por el cual la electricidad se
transmite como un rayo.
Algunos tipos de rayos, incluyendo los tipos más comunes, no
abandonan las nubes y se producen entre las zonas cargadas de manera
diferente dentro de una o entre diferentes nubes. Otras formas raras
pueden ser provocadas por los incendios forestales extremos, erupciones
volcánicas o incluso tormentas de nieve.
También existen los rayos en bola o rayos globulares, que son como una
pequeña esfera brillante con resplandores que rebotan totalmente ajenos a
las leyes de la gravedad y la física, suponen todavía un rompecabezas
para los científicos. A diferencia de los rayos comunes, los rayos
globulares son persistentes, y pueden permanecer sin moverse o
desplazarse lenta o rápidamente.
Los rayos son extremadamente calientes, pueden llegar a calentar el aire a su alrededor a temperaturas cinco veces más calientes que la superficie del sol.
Este calor hace que el aire circundante tienda a expandirse rápidamente
y vibrar, lo que crea el trueno, que escuchamos un breve periodo de
tiempo después de ver un rayo.
Los rayos no solo son espectaculares, también son peligrosos. Cerca de 2.000 personas mueren en todo el mundo por un rayo cada año.
Cientos de personas más sobreviven, pero sufren ataques de una variedad
de síntomas persistentes, incluida la pérdida de memoria, mareos,
debilidad, entumecimiento, y otras enfermedades que alteran su vida.
Algunas fotos de tormentas eléctricas que hemos recopilado y hemos subido a Facebook, pueden verse aquí: http://www.facebook.com/media/set/?set=a.148542468607076.28903.138834429577880&type=3&l=f839b1506f
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